Cientos de venezolanos varados en España están desesperados por regresar a Venezuela.
El diario digital Venezuela Migrante publicó un reportaje realizado por el periodista Alessandro Di Stasio, en el que recaba historias de varios connacionales.
«Esto ya se ha prolongado demasiado». El año 2020 se aproxima a su fin y Doris Domínguez continúa en España, comienza el texto.
ONG fomenta integración de migración venezolana en América
Doris está en Barcelona desde el 9 de marzo. Sus planes cambiaron drásticamente por la pandemia.
El confinamiento en España y el cierre del espacio aéreo en Venezuela empeoró su retorno y la de decenas de venezolanos.
A pesar de que contaba con pasaje para retornar el 7 de junio, no ha podido regresar.
Está varada en España, separada de su esposo y de sus padres, quienes sufren patologías.
«Estar fuera de mi hogar, lejos de mi esposo y de mi familia, ha sido bastante difícil», relata.
Su madre, de 82 años, ha tenido crisis hipertensivas que le provocaron un ACV, además de tener dificultades para caminar por una artritis en sus piernas.
Sin ayuda venezolana
Cientos de varados se encuentran en situaciones similares. Viajaron a España por un tiempo y con un presupuesto ajustado.
Todos han tenido que extender su estadía obligatoriamente y no han contado con suficiente ayuda de las autoridades diplomáticas venezolanas.
La mayoría tiene familiares que les brindan alojamiento y cubren los gastos, pero otros han pasado las noches en albergues municipales y pidiendo alimentos a distintas ONG.
Los que no tienen familia
Esa es la situación de Rubén. Es chofer de camión en Venezuela y viajó a España para visitar a su hija, a quien no veía desde hace seis años.
Está en Alicante, donde se suponía estaría por mes y medio. Ha recibido ayudas de Cáritas y la Cruz Roja, pero ya no tiene un centavo en el bolsillo.
Toda su familia sigue en Venezuela. Sus padres, sus hermanos y hasta sus hijos, que dependen de él, lo esperan.
“Por ser turista no tengo documentos legales para trabajar”, explica. Sin ello, la opción de poder conseguir ingresos es sumamente complicada.
«Estamos desesperados por regresar ya», insiste Mirtha. Junto con su esposo, están viviendo en casa de su hija en Palma de Mallorca.
Ya se quedaron sin recursos. Viajaron el 8 de febrero con una agenda clara: acudir al cumpleaños y bautizo de su nieto.
Su estadía estaba pautada por 45 días, hasta el 25 de marzo; ya tiene siete meses en suelo español.
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