El síndrome de Wendy se manifiesta en una necesidad absoluta de satisfacer al otro, principalmente la pareja y los hijos. Esta conducta se debe al miedo al rechazo y al abandono. Las influencias culturales hacen que sean las mujeres las que tienen una mayor probabilidad de padecer este problema.
Camila Pardo, psicóloga entrevistada el portal la La Tercera, señala que «comúnmente, por factores culturales, se asocia más a mujeres que a hombres. Se ha observado que es una forma de establecer vínculos con otras personas y se busca inconscientemente hacerse más indispensable para los demás: estar ahí para poder resolver sus necesidades o para poder ayudar en las cosas que el otro requiere. En el fondo lo que se busca es sentir que el vínculo es seguro desde esa posición».
Debe su nombre al personaje Wendy de Peter Pan. Wendy es la niña que cuida a los personajes del cuento en el mundo de fantasía, que es capaz de hacer aquello a lo que Peter Pan no se atreve, que asume sus riesgos, sus responsabilidades, entre otros aspectos, y siempre permanece en segundo plano. Peter Pan, es el protagonista que triunfa gracias a los esfuerzos de Wendy.
En cuanto a su origen, no depende de un sólo factor. Puede derivarse de la educación recibida, de las experiencias de vida, de las características personales o de las circunstancias presentes en las que se encuentra la persona. Se comienza a manifestar a finales de la adolescencia.
La inseguridad permanente de estas personas, les hace ser excesivamente serviles con los demás. Un conjunto de comportamientos y sentimientos que se asocian también con el famoso síndrome de Peter Pan; que el psicólogo Dan Kiley registró en 1983 aplicado a los individuos que no quieren crecer.
Es muy común que un Peter Pan requiera o tenga una Wendy; que realice lo que este no desea resolver por falta de responsabilidad e inmadurez.
Por esta razón, la especialista añade que: «Lo que tiende a ocurrir es que las propias necesidades de estas personas tienden a caer en un segundo plano y se empiezan a responsabilizar por cosas que no le competen. De esta forma, surge la necesidad de cuidar y complacer a los demás asumiendo una figura maternal que busca hacer feliz a los demás constantemente. Así se viven las relaciones desde el sacrificio, la sobrecarga o del estar siempre abocados al otro. Y es que en este escenario, bajo la dinámica Wendy siempre habrá otro que le acomode esta funcionalidad».
Básicamente, en cualquier tipo de relaciones, en la dinámica Wendy, siempre busca hacerse cargo de todo. Deja de ser recíproco y no hay experiencia de ser sostenida por el otro; o de dejarse caer sobre sus hombros en sus momentos de vulnerabilidad
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Perfil de afectada por el síndrome de Wendy
Si bien, este síndrome no tiene entidad clínica en los principales manuales diagnósticos, lo cierto es que existe una serie de características que nos pueden ayudar a definir el perfil de una persona afectada por el síndrome de Wendy:
- Persona a la que el perfeccionismo le lleva a sentirse culpable cuando algo sale mal, especialmente en lo que respecta a satisfacer a otros.
- La persona se siente esencial. Es ella quien debe encargarse de hacer las cosas.
- Conciben el amor como sacrificado y sufrido. Se resigna al malestar, al cansancio y al resto de consecuencias negativas que trae consigo el desgaste debido al cuidado de otra persona.
- Son muy emocionales y sumisos.
- Evita cualquier cosa o circunstancia que pueda molestar a las personas de su alrededor.
- Intenta hacer feliz a la otra persona dejando a un lado su propia felicidad.
- Si no sabe o puede realizar una acción, pide disculpas aunque no sea su responsabilidad llevarla a cabo.
- Protege excesivamente a las personas de su alrededor: sus vidas son recortes de las vidas de otros.
Todas estas características pueden ser fácilmente reconocibles, permitiéndonos diagnosticar a una persona con este síndrome sintiéndose “quemada” y “agobiada”.
Para solucionarlo, es muy recomendable que se lleve a cabo con un especialista y varias sesiones de psicoterapia. El especialista lo ayudará a ser consciente de su situación y lo ayudará a entender y gestionar las propias emociones que les han llevado a actuar y sentir de esta forma.
Es importante tener en cuenta que, en algún momento de nuestras vidas, se lleva a cabo alguno de estos comportamientos. La diferencia consiste en que la persona aquejada del síndrome está motivada verdaderamente por el miedo a ser abandonada.