Europa anunció una inversión histórica de 150.000 millones de euros en inteligencia artificial para los próximos cinco años.
El objetivo es claro: no quedarse rezagada frente a Estados Unidos y China en esta carrera tecnológica crucial.
La iniciativa, denominada EU AI Champions Initiative, cuenta con el respaldo de una veintena de inversores y se desarrollará a lo largo de un lustro.
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El anuncio coincide con la Cumbre de IA en París, donde los líderes europeos dieron un giro radical a su discurso sobre la regulación del sector.
Un cambio de rumbo inesperado
La Unión Europea, pionera en regular la IA con su Ley de IA hace apenas un año, parece haber reconsiderado su postura.
El presidente Macron, de defensor de la regulación, ha pasado a abogar por una IA europea más competitiva, criticando las normas «punitivas» que podrían lastrar el desarrollo del sector.
Este cambio de opinión podría estar motivado por el auge de Mistral, una empresa francesa que está dando la batalla en el campo de los chatbots.
La paradoja europea
La situación de Europa en materia de IA es paradójica:
Según EU Startups, nueve de los diez modelos de IA de código abierto más utilizados son europeos.
Sin embargo, ninguna empresa europea figura entre los gigantes del sector, dominado casi por completo por Estados Unidos.
La inversión millonaria anunciada busca rentabilizar el talento europeo antes de que sea demasiado tarde. No se trata sólo de prolongar el desarrollo, sino de construir productos comerciales rentables a partir de los modelos ya existentes.
La presión se intensifica
La presión sobre Europa se intensifica por varios frentes:
China ha irrumpido en la escena con DeepSeek, demostrando que se puede competir con menos recursos y con muy buenos resultados.
Las grandes tecnológicas estadounidenses han acercado el horizonte de la AGI (Inteligencia Artificial General) a uno o dos años vista.
La regulación europea podría quedar obsoleta en un mundo que evoluciona a gran velocidad.
¿Será suficiente?
El plan europeo representa un cambio de paradigma: de líder en regulación a actor que busca no quedarse atrás.
La pregunta es si 150.000 millones de euros y un cambio de discurso serán suficientes para competir en una carrera donde otros ya llevan años de ventaja.
Existe otro riesgo: que Europa, en su prisa por recuperar el tiempo perdido, sacrifique los principios éticos que la caracterizan hasta ahora, sin lograr tampoco el objetivo de crear gigantes tecnológicos capaces de competir con Estados Unidos y China.
En otras palabras: perder su identidad en vano.
Con información de Xataca
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