En Chile se jactan con decir que la desigualdad es el punto álgido en sus protestas. Pero, lo que reina en el país es la quema de iglesias y la destrucción de las ciudades.
A un año de las protestas masivas y sociales que empezaron pacíficamente y terminaron en saqueos, disturbios y ataque incendiarios; la situación este fin de semana no fue distinta.
El motivo de este domingo estuvo marcado en el llamado al voto para el plebiscito del próximo 25 de octubre, para saber si aprueban o rechazan una nueva Constitución.
Al principio, todo comenzó sin problemas. Pero, en la tarde arrancó la ola de hechos violentos, saqueos a comercios y choques con Carabineros.
Sirenas de bomberos, barricadas incendiarias en carreteras y fuegos artificiales en las calles del centro de Santiago contribuyeron a la sensación de caos en algunos vecindarios.
Un alcalde del Partido Comunista de un municipio de Santiago fue abucheado y amenazado durante la jornada, según Reuters.
Ataque a iglesias
Más tarde, vándalos enmascarados atacaron una sede de la policía y una iglesia de la institución armada.
Grupos enmascarados atacaron otra iglesia de Santiago en primeras horas de la noche, encendiendo su campanario y llenando de humo calles cercanas.
Más de 15 estaciones de metro fueron cerradas temporalmente en medio de los disturbios. La policía lanzó gases lacrimógenos y chorros de agua.
“Quienes ejecutan estos hechos de violencia no quieren que los chilenos resolvamos nuestros problemas a través de los canales democráticos”, dijo el ministro del Interior, Víctor Pérez
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El funcionario destacó el inicio pacífico de las manifestaciones y llamó a los chilenos a resolver sus diferencias en las urnas el próximo domingo 25.
Las manifestaciones del 2019 se extendieron con fuerza hasta fin de año y se apagaron en marzo con la llegada del coronavirus.