En la Venezuela de hoy, solo 5% de la poblaci?n disfruta el placer de ciertas compras, que en otrora era comunes entre la clase media. Aunque la oferta es mayor, la demanda la ejercen solo unos pocos.
Un reportaje especial de la Agencia EFE, titulado ?Venezuela y su burbuja?, destaca como los concesionarios que pasaron a?os cerrados, ahora est?n abarrotados de veh?culos de alta gama.
Una nueva ?lite, muy exclusiva en cuanto a cantidad, se pasea por tiendas de grandes marcas y firmas exclusivas; o se les ve comer en un restaurante de lujo.
Son ?alrededor de 1.500.000 personas que viven en su burbuja, ajenos a la austeridad y la miseria que sufre la gran mayor?a?.
Con este movimiento comercial pareciera no haber crisis en un pa?s del que unos cinco millones de ciudadanos han salido buscando un mejor sustento para sus familias. Es como si ese reducido grupo burlara todo padecimiento de privaciones y necesidades b?sicas insatisfechas.
El analista Henkel Garc?a destaca que se trata de un «fen?meno nuevo» en el que ese peque?o segmento de la poblaci?n disfruta de la flexibilizaci?n de los controles gubernamentales.
Indica que aunque se muestra «signos» de una recuperaci?n econ?mica, ?sta ?no es generalizada ni lo ser? hasta que se tomen otros correctivos?.
?Qui?nes tienen el placer de ciertas compras?
Pero, ?qui?nes conforman ese peque?o grupo que disfruta de los placeres?. Parece un secreto muy bien guardado. No se identifican, se mantienen en anonimato. No son los mismos ?apellidos? que dominaban la ?lite de las grandes ciudades.
Caracas no es la ?nica donde se pasean personajes atra?dos por los productos marcas importadas, de los m?s caros que se consiguen en el mercado. La situaci?n se replica en casi todo el pa?s, aunque en escala proporcional.
Comprar manjares es un placer que a cualquier obrero le costar?a el salario de un a?o. Sin embargo, para quienes viven en ?la burbuja?, se trata de un placer al que no pueden resistirse.
Una crema de avellanas o cualquier exquisitez que se consiga en los cientos de bodegones que han instalado en Caracas, resultan una nimiedad frente a los veh?culos nuevos y modernos, con precios que oscilan entre los 20.000 y 100.000 d?lares.
Atr?s qued? ?la sequ?a automotriz que entre 2015 y 2018 dej? al pa?s sin producci?n local?. Aunque el analista considera que ese despertar del mercado automotriz es «reducido» e ?nfimo en comparaci?n con cualquier pa?s de Suram?rica.
El director de la firma Econom?trica atribuye a la flexibilidad econ?mica el surgimiento de esta burbuja.
Calcula que la mesada que requieren para su ?subsistencia? va desde unos 500 d?lares mensuales para un venezolano soltero, sano y sin hijos; y 1.000 d?lares si se trata de una familia, o de una persona con gastos m?dicos.
Mientras tanto, al menos seis millones de personas devengan cinco o seis d?lares mensuales.
Garc?a considera que en 2020 crecer? otro poco y marcar? m?s el contraste ?entre quienes flotan? y los millones para los que el pa?s con las mayores reservas de petr?leo sigue siendo «invivible».
Ese gran grupo sue?a con obtener un poco m?s de dinero para comprarse al menos un par de zapatos. Algo que para ese sector mayoritario ya representa un lujo.
«Aqu? lamentablemente no son todos los que tienen plata», lamenta Luis Contreras, un motorizado de 51 a?os que ve ?desde la otra acera? como esa ?lite se da los gustos o el placer de ciertas compras, que otros quiz? nunca lleguen a probar.