Los últimos meses, hemos oído hablar del ayuno intermitente, el cual consisten en dejar de comer por un tiempo prolongado. El fin de esta práctica, es dar al cuerpo un descanso entre comidas y permitir que se concentre en otras funciones.
En un principio, se pensaba que el tema sería una moda pasajera, pero por los beneficios que ha traído se ha llegado a conocer como un practica saludable.
Específicamente, el ayuno intermitente busca que el cuerpo no se prepare para tantas comidas, puesto que en la actualidad, comemos hasta 5 o 6 veces al día, a diferencia de antes que el ser humano se sostenía incluso con menos de 3 comidas.
Se trata de un estilo de vida saludable que pretende recuperar los elementos básicos de la alimentación del ser humano. Entre estos, evitar los alimentos ultraprocesados, los azúcares, limitar los carbohidratos y recuperar las denostadas grasas.
En realidad, nuestro organismo está preparado para pasar ciertos períodos sin ingerir ningún tipo de alimento, pero muchas veces comemos por costumbres como la de “es la hora”, o sencillamente por aburrimiento e inercia… en vez de porque enserio tenemos hambre.
Durante un período de ayuno, muchos procesos cambian el organismo, como es el caso de los procesos hormonales y reparadores. Así mismo, aumenta la sensibilidad a la insulina, y disminuye la producción de la hormona del hambre, por lo que controlamos mucho mejor el apetito.
El método más común de ayuno intermitente es el de los periodos de restricción. Se trata de una fórmula flexible y sencilla porque los intervalos los decide cada persona; y los puede ir ajustando a medida que se encuentra más cómodo.
Por ejemplo, se puede comer con normalidad en una ventana de 8 horas y ayunar 16 horas, lo que puede resultar relativamente fácil.
Por su parte, el ayuno aumenta un 20% la esperanza de vida, mantiene al organismo más joven y hace perder más grasa.
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