Un grupo de expertos del Acuario Nacional de República Dominicana se prepara para enviar de regreso al mar a tres manatíes, una tarea difícil porque deben aprender a alimentarse y alejarse de los humanos y ser responsables de las heridas que ocasionaron su rescate y cautiverio.
Hay dos hembras y un macho: Juana y Pepe, son los mayores, tienen ocho años y solo llevaban unos meses viviendo en el medio natural lo que complica su adaptación nuevamente; mientras que Lupita solo tiene tres, y tiene tres años en cautiverio. Esto de cierta forma hace que para adaptarse a la vida libre tenga ciertas ventajas.
Una fuente del Ministerio del Medio Ambiente dijo a Efe que: «El proceso de preparación para vivir en un entorno real comenzó hace unos meses, e incluía, entre otras cosas, una evaluación médica para controlar su estado de piel o frecuencia cardíaca.»
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Aunque se han realizado dos controles para que el veterinario pueda tener la certeza de que se encuentran en buen estado, se espera que tengan otras dos consultas con el médico antes de regresar al mar en diciembre.
Su alimentación es crucial
La cuestión de la alimentación es crucial, porque estos tres animales se acostumbraron a alimentarse de frutas y verduras en la superficie; y cuando están en su hábitat natural, se alimentan de algas que se encuentran en el fondo del mar.
En este sentido, los tres manatíes han dado un «gran paso» porque hasta ahora se han acostumbrado a buscar comida que esté completamente sumergida, gracias a el inteligente sistema de tuberías que instalaron en el fondo de la piscina.
Por el motivo de que ha llegado el momento de enviarlos de regreso al océano, su contacto con los humanos ha sido completamente restringido. Esto se debe, a que naturalmente estos son el principal depredador y los principales responsables del daño que le causaron.
Para Juana esto no es un gran problema, desde que llegó al Acuario Nacional desde Las Terrenas en 2012, ha sido muy esquiva; ya que anteriormente fue brutalmente agredida por personas y apuñalada diez veces.
Por su parte, Lupita, que le debe su nombre al lugar donde la rescataron en 2018, Luperón, es más amigable, aunque tranquila.
Sin embargo, Pepe que fue atropellado por una lancha en las aguas de Heina en 2012, siempre ha sido muy amable; y siguió buscando el contacto con el personal del acuario. Incluso, en estos momentos dicho personal se ve obligado a ignorarlo cuando el manatí intenta acercarse o llamar su atención.
El último paso antes de soltarlos es colocar los rastreadores para saber dónde se encuentran cuando pisen mar abierto. Aunque pasarán un tiempo protegiéndolos en vallas oceánicas hasta que se acostumbren por completo a su hábitat.
Por ello, es necesario determinar de antemano la ubicación costera exacta donde se producirá la liberación. Bayahíbe se convierte en el enclave más probable para establecer este límite de seguridad, que será el preludio de la libertad más absoluta que tendrán en las aguas caribeñas.